8 de marzo de 2017

Las dos grandes movilizaciones de los asalariados


Han pasado 24 horas de la masiva convocatoria de la CGT y las CTA, en repudio de las políticas económicas y sociales del gobierno. 500.000 compatriotas ocuparon los alrededores de la Plaza de Mayo y las fotos, las filmaciones y hasta los informes de los medios oficialistas son testimonio de la contundencia de la demostración. 

La huelga y la marcha docente

El alto acatamiento al paro docente y la presencia en las calles de los gremios del magisterio, el día 6 de marzo, produjo una primera e importante derrota a la táctica del gobierno. Sus asesores publicitarios pensaron que una huelga y una demostración podía ser contrarrestada con las triquiñuelas y manipulaciones de una campaña electoral, donde las motivaciones del voto son diversas hasta la infinitud y donde el votante es un individuo aislado en el cuarto oscuro. Pusieron, entonces, en el centro de su dispositivo la imagen -la imagen en su sentido más estricto, una fotografía- de uno de los dirigentes docentes, el compañero Roberto Baradel, y contra él lanzaron su artillería de injurias, calumnias, sospechas y prejuicios. Y actuaron en el error de considerar que el sistema de representatividad de los sectores sindicalizados docentes era similar al de los sectores sindicalizados de los trabajadores industriales donde el conjunto de los afiliados y representados otorga un amplio margen de delegación a los dirigentes sindicales, concentrando en la figura del secretario general la representación del conjunto.

Pero ocurre, por un lado, que la adhesión a una huelga y a una convocatoria a una manifestación pública no tiene los mismos mecanismos que una elección. La decisión no es tomada individualmente en la soledad del cuarto oscuro, sino en asambleas, en reuniones colectivas, en compromisos frente a frente con sus pares, en un sistema de lealtades ante reclamos muy específicos y concretos. No están en juego valores abstractos como la democracia, el tipo de gobierno, el programa partidario o la capacidad de convicción de un determinado candidato, sino el monto del salario que cada uno de los trabajadores recibirá a fin de mes. En eso influye, poco o nada, la “imagen” de un dirigente individualmente considerado. No está en juego si ese dirigente será capaz de llevar a cabo la reivindicación, sino la reivindicación misma. 

El penoso espectáculo de comunicadores televisivos y radiales intentando desprestigiar, con actitudes rayanas en la delación y en la amenaza al dirigente Baradel la noche antes de la huelga docente solo sirvió para comprobar la miserable catadura moral de dichos cagatintas. Los docentes no habían decidido ir a la huelga y a la marcha seducidos por el dirigente ya aludido, ni era de su interés que el mismo tuviese o no una excelente performance en sus estudios como maestro. Baradel podía muy bien no haber pisado una escuela en su vida. El reclamo de una paritaria nacional, fijada obligatoriamente por la ley, era la condición necesaria para comprometer al gobierno nacional en cualquier decisión que se tomase en las paritarias por provincia y el monto final del aumento era la única y exclusiva finalidad de la medida.

Pero, por otro lado, los gremios del sector docente son muchos, tienen distintos dirigentes y orientaciones políticas y todos ellos están caracterizados por una conducción muy cercana a los afiliados, con asambleas y reuniones distritales y por escuela, en una tradición gremial que es distinta -ni mejor ni peor, distinta- a la de los gremios industriales y de servicios. Incluso, la vieja y liberal tradición sarmientina y el papel de apostolado con que ha recubierto de prestigio moral al magisterio subyace en su modo de representación gremial.
El resultado fue, entonces, una derrota estrepitosa del gobierno y de su táctica de cuño canero. Y allá quedó el presidente Macri inaugurando el ciclo lectivo en un pueblito de la provincia de Jujuy, donde las clases no comenzaron por el alto grado de adhesión a la huelga. La jitanjáfora con la que cerro su discurso sintetiza, mejor que nada, el naufragio intelectual y político del presidente. Vale la pena su transcripción completa, porque posiblemente no se encuentre antecedente alguno de semejante oquedad en ningún presidente, constitucional o no, de la historia argentina:

Como decía Gandhi profesor, ya que usted citó otro, que para mí hay la persona, un líder que influyó mucho en mi vida: tenemos que ser la reforma, tenemos que ser la sociedad que queremos que exista en el mundo, tenemos que hacerla nosotros, cada uno de nosotros y expresarla la verdad y eso, justamente, parte de decirnos la verdad”.

La gran concentración de trabajadores y pueblo del 7 de Marzo

Coincidimos con Gabriel Fernández en su nota CGT / Masivo rechazo al gobierno, demasiados interrogantes internos (http://www.xn—lasealmedios-dhb.com.ar/2017/03/08/cgt-masivo-rechazo-al-gobierno-demasiados-interrogantes-internos/):

“El movimiento obrero argentino brindó este martes una extraordinaria demostración de fuerza en oposición a la política económica del gobierno macrista. Más de medio millón de personas se movilizaron hacia el Ministerio de Industria, cerca de la Plaza de Mayo, para rechazar la apertura económica, el techo a las negociaciones paritarias, la caída del poder adquisitivo y la desindustrialización en general.

La convocatoria surgió de los sindicatos industriales de la Confederación General del Trabajo, con un fuerte impulso de los nucleados en la Corriente Federal de Trabajadores. Esta demanda fue adoptada como propia por la totalidad de la central y mereció la adhesión de las dos vertientes de la CTA. Junto a organizaciones sociales y políticas populares, llevaron adelante una de las jornadas de protesta más importantes de la historia”.

El triunvirato provisional que conduce la CGT convocó a esta gran asamblea y su llamamiento superó ampliamente los objetivos iniciales. A las inmensas columnas de trabajadores alineados en sus organizaciones, se sumaron, por un lado, amplios sectores populares, de clase media y media baja, columnas del conurbano, sobre todo de la zona sur, agrupaciones políticas y miles y miles de hombres y mujeres que por su cuenta se acercaron a la cita.

El lugar elegido por los organizadores dejó claro desde el principio que se intentaba bajar el contenido de la protesta. En un espacio lateral a la Plaza de Mayo y su gran vía de acceso, formada por las avenidas de Mayo y las dos Diagonales, rodeada de calles estrechas y trasnversales, muchas de ellas bloqueadas por obras, la inmensa multitud corrió riesgos de que un pequeño incidente o desmadre se convirtiese en un desastre. Un eventual desbande, por cualquier causa, provocada o accidental, hubiera dejado un saldo de cientos de víctimas aplastadas en las estrechas calles del centro histórico, repletas de vallados, baños portátiles e improvisados puestos de venta. A ello debió sumarse el adelantamiento sin motivos de la hora de inicio de los oradores, la brevedad e insustancialidad de los discursos y la repulsa que los mismos generaron en la multitud que rodeaba el escenario, integrada casi exclusivamente por delegaciones de diversos sindicatos, incluidos los de quienes estaban en el palco.

Como ha contado Gabriel Fernández: “Esto originó desacuerdos a viva voz en los manifestantes: a decir verdad, la mayor parte de los mismos entonó “Paro General” durante todo el acto”.

Diversos testimonios dan cuenta de que en el propio escenario se produjeron encontronazos, pechazos y conatos de discordia, lo que dejó evidenciado que el triunvirato tiene los días contados. Como, con inteligencia, ha escrito en Facebook un compañero con el seudónimo de Gauchito Gil:

El problema es que hoy por hoy, las tensiones crecen. Tenés sectores como el de Barrionuevo que apoyan al gobierno a muerte, y también sectores como el metalúrgico que están sufriendo despidos y otros como bancarios que por su poder de fuego y ambición dentro de la CGT tensan la cuerda. La crisis tensiona al movimiento obrero y está cúpula no sabe administrar esa tensión. No tiene el carisma de un Moyano o un Ubaldini, ni el poder de fuego de Moyano, no te ordena la disputa. A eso se le suma que la marcha obviamente suma sectores politicos, también sin una clara conducción, que ven en el paro general la posibilidad de la unidad popular toda”.

Lo que se ha logrado, en suma, es una poderosa demostración de fuerza de los sectores populares ante un gobierno minoritario, cipayo y saqueador del trabajo nacional. Los sectores del movimiento obrero con una clara voluntad de defensa de las conquistas laborales, del trabajo y el bienestar de sus afiliados, entre los que se encuentran seguramente sectores tan estratégicos como la Unión Obrera Metalúrgica, la Asociación Obrera Textil y la Asociación Bancaria, además de la combativa Corriente Sindical Federal, saben que cuentan para la obtención de sus reclamos con un altísimo grado de aceptación social del conjunto de los sectores populares, sindicalizados o no. 500.000 argentinos y argentinas en las calles son una base de operaciones que permiten asegurar que la relación de fuerzas sociales se ha volcado a favor de los sectores populares.

Se equivocan, no obstante, aquellos que pretendan del movimiento obrero algo más que reivindicaciones gremiales vinculadas al mundo del trabajo. Es cierto, desde una perspectiva metodológica, que es imposible una clase obrera bien paga, con altos niveles de ocupación y con poder adquisitivo, sin cuestionar la naturaleza misma de las políticas que el gobierno lleva adelante, con impunidad y firmeza. Pero es responsabilidad de la política, de la cual el sindicalismo forma parte, generar una conducción, candidatos y puntos programáticos que sean capaces de revertir la derrota electoral del año 2015.

Y en ese sentido, la unidad, tanto del movimiento obrero en su conjunto, como del peronismo y las fuerzas nacionales y populares sigue siendo el eje de cualquier política que pretenda recuperar la iniciativa popular y generar las condiciones para sacar del poder a la pandilla de empresarios transnacionales que ha ocupado la Casa Rosada.

El movimiento obrero argentino, el más organizado de toda América Latina, logró, entre otras cosas, gracias a su poderosa estructura y a su capacidad organizativa, una concentración popular histórica, frente a un gobierno hostil y amenazante. En el seno mismo de ese movimiento obrero y de su unidad, está la respuesta a los interrogantes abiertos.

Los argentinos, una vez más, hemos demostrado que no somos empanadas que sólo se comen con abrir la boca”, como expresara nuestro Libertador. El nuevo año se ha iniciado con un gran triunfo popular en la calle, que consolidaremos en las urnas en las próximas elecciones. No es momento de triunfalismos ni de recriminaciones. Tampoco es momento de arrebatos ni de cobardías. Las jornadas que se avecinan serán una poderosa escuela política para las nuevas generaciones que no han conocido los momentos difíciles que hemos atravesada en el pasado y en los que los sindicatos, sus dirigentes y militantes, fueron el lugar donde pudimos reconstruir nuestra fuerza y seguir siendo el clavo en el zapato de la Argentina oligárquica.

Buenos Aires, 8 de marzo de 2017.


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